Institución de la Religión Cristiana
Juan Calvino
Libro III – capítulos XXI -
XXV
Noviembre del 2016
En los capítulos estudiados
podemos encontrar una parte fundamental, fuerte y muchas veces controversial de
la postura calvinista, la cual es “La Predestinación”. En los primeros tres
capítulos leídos (XXI al XXIII), el autor realiza la exposición de la doctrina,
su fundamentación bíblica, juntamente con refutar los cuestionamientos de los
cuales dicha doctrina es objeto. Ya en el capítulo XXIV se detiene en la
elección y la reprobación de Dios como su cualidad indiscutible e
irreprochable. Y para concluir en el capítulo XXV trata el tema de la
Resurrección Final.
-La
elección eterna con la que Dios ha predestinado a unos para salvación y a otros
para perdición:
El autor reflexiona en la
diversidad que existe en el modo de predicar el pacto y que este no es igualmente
recibido por todos, esto ya deja ver el decreto de la eterna elección de Dios,
expresando que “solo depende de la voluntad de Dios que a algunos les sea
ofrecida gratuitamente la salvación y que a otros se les niegue”.
No podemos alcanzar la salvación sino por la liberalidad de
Dios y su benevolencia, y nuestra salvación emana de la fuente de la gratuita
misericordia de Dios.
Calvino expresa que no es fácil
de comprender esta doctrina y que muchos tratando de comprenderla se enredan
por falta de discernimiento. Los que la cuestionan oscurecen indebidamente lo
que debieran exaltar,
cualquier otra postura rebaja la Gloria de Dios y atenta contra la verdadera
humildad. Indica que San Pablo niega que podamos alcanzar la salvación, a no
ser que Dios, sin tener en cuenta nuestras obras, elija a quien ha decretado
por su gracia (Rom 11,5-6).
Invita a estar confiado en la
liberalidad de Dios, y nos ayuda a humillarnos como debemos y sentirnos
verdaderamente obligados hacia Dios quien para asegurarnos y librarnos de todo
temor en medio de tantos peligros, promete que ninguno de los que le ha
confiado su Padre perecerá
(Jn 10,27-30)
Indica que hay quienes quieren
oponerse a la predestinación, porque dicen que es algo muy peligroso, que echa
por tierra la fe y hace desfallecer el corazón. Dios
no tiene obligación de revelar cosas que prefiere mantener en su secreto, para
esto cita a Salomón cuando dice “Gloria de Dios es encubrir un asunto” (Pr.
25,2), y también en este mismo sentido a Moisés cuando dice “Las cosas secretas
pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las reveladas son para nosotros y para
nuestros hijos para siempre” (Dt. 29,29).. No
es lícito a los mortales la curiosidad de saber los secretos de Dios, puesto
que en el momento que queramos traspasar los límites de la Escritura, vamos
perdidos, fuera del camino, entre grandes tinieblas. Citando a San Agustín
“hemos llegado al camino de la fe.. permanezcamos en ella y nos llevará a la
habitación del rey de la gloria, en la cual todos los tesoros de la ciencia y
la sabiduría están escondidos”.
Es decir no despreciemos lo que se nos ha dado en la Escritura para que no
seamos condenados por nuestra ingratitud, ni tampoco seamos condenados por
nuestra excesiva curiosidad
queriendo saber cosas que no nos son reveladas.
Acerca de la presciencia de Dios
y la predestinación, Calvino señala que admiten ambas cosas, sin embargo no
están de acuerdo con quienes quieren imponer la idea que la predestinación y la
presciencia dependan la una de la otra. Que la presciencia sea causa de la
predestinación. Aclara que se llama presciencia de Dios, a que todas las cosas
han estado y estarán siempre delante de sus ojos, no las imagina o recuerda
como nosotros, sino que las contempla como si verdaderamente estuvieran delante
de Él,
y la predestinación es el eterno decreto de Dios por el que ha determinado lo
que quiere hacer de cada uno de los hombres, y que Él no los crea a todos con
la misma condición, sino que ordena a unos para salvación eterna y a otros para
condenación perpetua, es decir se está predestinado para vida o para muerte.
Nos indica que Dios ha dado
testimonio de esta predestinación no solo con cada persona en particular , sino
también en la elección de las naciones, citando el caso de la elección la
descendencia de Abraham (Dt 32,8-9), para que todo el mundo comprenda que es Él
quien ordena, establece la condición de cada pueblo o nación. Esto
Dios lo hace solo por su amor gratuito, Dios
amo a sus padres y escogió a su descendencia después de ellos (Dt.4,37).
“El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de
su prado”(Sal. 100,3)
Añade un segundo grado de
elección, que no se extiende tanto como el caso anterior y que es para que la
gracia de Dios se conozca más en particular, en el hecho de que Dios repudió a
algunos de la misma descendencia de Abraham, como el caso de Ismael, Esaú y
casi todo Israel.
Que la posteridad se unió a Isaac y a Jacob, es decir a otros los ha mantenido
y conservarlos como sus hijos. Por otra
parte también alude a que Dios reprobó a Saúl (1 Sm 15,23), en la elección Dios
usa su liberalidad que nada tiene que ver
con la ley, es libre y obra como le
agrada. De eso habla el profeta Malaquías “¿No era Esaú hermano de Jacob?,
dice Jehová. Y amé a Jacob y a Esaú aborrecí” (Mal 2,1-3), en este caso Esaú
que era el primogénito fue rechazado y Jacob que era inferior a su hermano en
el orden natural, fue hecho único heredero. En las personas que Dios ofrece la salvación
también las sella de tal manera que no hay incertidumbre, ni suspenso ni dudas
en ellas
Rom(9,8). Habla de que la gracia que se ha concedido a la iglesia, los que
pertenecen a Cristo gozan de otra preeminencia de dignidad; que habiendo sido
injertados en su cabeza, jamás perecerán ni serán cortados.
Dios ha designado de una vez y
para siempre a los que quieren que se salven y los que se pierdan, para los
elegidos es una misericordia divina y para los que Él quiso entregar a la condenación
la puerta está cerrada, esto Dios lo hace en su secreto que a nosotros no nos
es dado a conocer y su justo juicio.
-Confirmación
de la doctrina por medio de las Escrituras
Dice que “comúnmente se piensa
que Dios escoge entre los hombres a uno u otro, conforme a previsto que habían
de ser los méritos de cada uno; y así adopta por hijos a los que ha previsto que serán dignos de su gracia;
más a los que sabe que han de inclinarse a la malicia e impiedad los deja en su
condenación”,
sin embargo este pensamiento estaría errado, puesto que con esto hacen que la
presciencia de Dios sea un velo que oscurece la predestinación, personalmente
entiendo que Calvino ataca esta manera de pensar puesto que no dejaría la libre
elección a Dios de quien Él quiera salvar o reprobar, sino que sería una
consecuencia de su presciencia. Y querer quitar a Dios la libertad de elegir y
reprobar a aquellos que Él tiene a bien, es como tratar de despojar a
Jesucristo de lo que le ha sido dado.
En cuanto a la elección
individual, cita a San Pablo “Dios nos
escogió en Cristo antes de la
fundación del mundo” (Ef. 1,4) y
podemos estar convencidos que si Dios ha hecho esto no es porque fuésemos por
nosotros mismos capaces de tan grande excelencia. Calvino
explica que algunos tuercen este pasaje diciendo que es aplicable solo para
aquellos del tiempo en el que fue predicado el evangelio, y esto no
corresponde, puesto que se trata de todos los fieles.
Para mayor claridad cita a Pablo
“Nos salvó y llamó con llamamiento
santo, no conforme a nuestras obras,
sino según el propósito suyo y la
gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”
(2Ti. 1,9), teniendo esto en cuenta, decir que porque Dios ha previsto que
seríamos santos por eso nos ha escogido, es trastornar el orden que expresa San
Pablo.
Porque son cosas contrarias que nos haya escogido para que fuésemos santos, lo
que es predestinación, tener la santidad debido a la elección de Dios. O
escogidos porque sabía que seríamos santos en nuestras obras.
Otra cita para validar su postura
es “no me elegisteis vosotros a mí sino que yo os elegí a vosotros” (Jn 15,16),
con lo que Jesucristo no toma en cuenta méritos pasados para llamar a sus
discípulos.
Otra cita que se utiliza es
“tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo
me compadezca” (Rom 9,15), no existe otro motivo de diferencias en los hombres
solo la misericordia de Dios.
Se indica que cuando Jesús dice
“no ruego por el mundo, sino por estos que me diste, porque tuyos son” (Jn
17,9), quiere decir que no todo el mundo pertenece a Dios para salvación, que
la gracia de Dios retira a unos pocos de la muerte eterna.
Por otra parte cuando se cuenta a
Judas en el número de los elegidos (Jn 6,70), se está hablando solamente del
cargo de apóstol.
Cita que a pesar que algunos
Padres como San Ambrosio, Jerónimo, Orígenes, escribieron que Dios distribuye
su gracia entre los hombres según Él sabe que cada uno ha de usar bien de ella.
Aclara que San Agustín tuvo esa misma opinión, sin embargo, luego de estudiar
más las Escrituras, la redactó como falsa y la refutó. Ante la sutil diferencia
que hace Santo Tomás de Aquino, cuando dice que: Dios a predestinado a sus
elegidos para que con sus méritos alcancen la gloria, porque ha determinado darles su gracia para que
con ella merezcan la gloria; indica que
evidentemente se propasa y por ende no está de acuerdo.
Indica algunos objetan que Dios se contradice
a sí mismo, cuando llama a todos en general y admite solo a unos pocos, ante
esto Calvino dice que la generalidad no anula la gracia especial, que el mismo
Dios que hace llover en un territorio y da sequía en otro, el mismo que
prohibió a Pablo predicar en Asia, llevándolo a Macedonia, es el que es libre
para distribuir este tesoro de la salvación a quién él quiera. Y que la mera
predicación no hace a los que escuchan hijos de Dios, sino que es la fe. Aunque
muchos escuchen “oyentes” no se confunden con los fieles lo cuales pertenecen
al orden especial, y que no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne,
ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Al hablar de los réprobos, cita
nuevamente el caso de Jacob y Esaú, indicando que el primero sin haber merecido
gracia alguna obtuvo la bendición, y el segundo sin haber cometido ofensa
alguna es rechazado por Dios. Quiere decir que el fundamento de la
predestinación no son las obras.
Refutación
de las calumnias con que esta doctrina ha sido siempre impugnada:
Para que haya elección
necesariamente tiene que existir reprobados, Calvino indica que muchos, fingiendo
que quieren mantener el honor de Dios y evitar que se haga ningún cargo
falsamente, admiten la elección, pero
de tal manera que niegan que sea nadie reprobado. Y estos entonces se engañan sí mismos, puesto a los que Dios no elige
quedan automáticamente reprobados, y esto lo hace por la sola razón que Él los
quiere excluir de la herencia que ha determinado para sus hijos.
Jesús dice “toda planta que no
plantó mi Padre celestial, será desarraigada”
(Mt 15,13), Calvino indica que si no son capaces de entender esta disposición
absoluta de soberanía del Padre, no habrá cosa por más clara que sea que les
resulte oscura,
es decir su vista está cegada al entendimiento.
La grandeza de Dios sobrepasa
nuestro entendimiento. Algunos preguntan por qué Dios se enoja con los que no
le han agraviado con alguna ofensa, que condenar a quien bien le parece, es más
propio de un verdugo que de un juez, sin embargo, la voluntad de Dios es la
suprema e infalible regla de justicia y todo lo que sea su voluntad ha de ser
justo.
Ante la siguiente pregunta: ¿por
qué Dios desde el principio ha predestinado para muerte a algunos que no podían
haberla merecido porque aún no habían nacido?, Calvino instruye preguntarles
¿en virtud de qué piensan que Dios es deudor del hombre?, si lo consideran
según su naturaleza, todos los hombres por su natural condición de corrupción,
merecen la muerte eterna, ¿de qué iniquidad e injusticia podrían quejarse
aquellos a quienes Dios ha predestinado a morir?.
Calvino expresa que cuando
preguntan, si han sido predestinados por disposición de Dios a esta corrupción,
que se afirma es causa de la ruina ¿no será pues injusto Dios que tan
cruelmente se burla de sus criaturas?, responde que el querer de Dios es
incomprensible para el hombre, Dios odia toda iniquidad, no obstante confiesa
que se debe a la voluntad de Dios que Adán y toda su descendencia hayan caído
en este miserable estado, sin embargo junto con Pablo exhorta a la Escritura:
“Hombre, ¿Quién eres tú para que alterques con Dios? Dirá el vaso de barro al
que lo formó ¿por qué me has hecho así?,¿acaso no tiene potestad el alfarero
para hacer de la misma masa vasos para honra y otros para la deshonra?(Ro
9,20-21)
Objeción;
¿por qué Dios va a castigar aquello cuya causa es su predestinación?
Calvino expresa que estas
personas se quejan porque la predestinación les ha obligado a cometer pecado, y
que resistir su decreto sería inútil. Primero explica que la respuesta común es,
que la presciencia no impide que sea tenido por pecador el hombre cuyos pecados
Dios ha previsto, sin embargo esto puede ser objetado, ya que si Dios lo
quisiera podría impedir los pecados que había previsto, y como no es así, y la
divina providencia ha colocado al hombre en tal condición, no le puede ser
imputado aquello que no se puede dejar.
Añade a esta respuesta común que; la ordenación de todas las cosas están
dispuestas en las manos de Dios, y cita a Salomón cuando dice “Todas las cosas
ha hecho Jehová para sí mismo, y aún al impío para el día malo” (Pr 16,4), que
Él puede dar vida o muerte, también ordena con su consejo que algunos desde el
seno materno, sean destinados a muerte eterna ciertísima, y que con su
perdición glorifiquen su nombre.
Dios
ordena de antemano el fin y condición de todas sus criaturas. Testimonio de San
Agustín
Calvino dice que sus adversarios
niegan que en la Escritura se pueda encontrar que Dios ha determinado que Adán
pareciese por su caída, que Adán fue creado con libre albedrío para que
escogiese el modo de vivir que prefiriese y que Dios no habría determinado nada
acerca de él. A lo que responde: si fuese así, ¿Dónde queda la omnipotencia de
Dios, que no depende de nada, y que según su secreto consejo, modera y gobierna
todas las cosas? Ante estas preguntas ciertamente no hay respuesta válida y
exhorta a que estos enmudezcan.
Expresa además que existen
algunos que hacen distinción entre voluntad
y permisión, diciendo que los impíos
se pierden porque así lo permite Dios, más no porque Él lo quiera. Ante esto
indica que es un error y que confiesa con San Agustín que la voluntad de Dios
es la necesidad de todas las cosas, y necesariamente tiene que suceder lo que
él quiera y haya previsto.
Ante los que acusan que en Dios
hay acepción de personas, dice que la Escritura confiesa lo contrario, y que
según el decreto de su benevolencia, elige como hijos a aquellos a quienes le
place, sin que tengan mérito alguno, reprobando y rechazando a los demás. También se dice que Dios no obra con justicia
en la predestinación, porque no usa la misma medida para todos, si todos son
culpables, todos deberían ser castigados; se admite que la culpa es general,
pero la misericordia de Dios socorre a algunos.
También algunos afirman que con
esta doctrina toda preocupación por santidad está de más, puesto que si está
determinado para salvación se salvará, y si está determinado para condenación
es inútil atormentarse en vano. Se responde a esto cuando Pablo enseña que Dios
nos ha escogido para que llevemos una vida santa e irreprensible delante de Él
(Ef 1,4).
-La
elección se confirma con el llamamiento de Dios, los réprobos atraen sobre
ellos la justa perdición a la que están destinados:
Dios atiende a su orden,
declarando por su llamamiento la gracia que de otra manera permanecía escondida
en Él. “Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, y a los que
predestinó, a estos también llamó, y a los que llamó, a estos también
justificó; y a los que justificó, a estos también glorificó” (Rom. 8,29-30).
Dios elige a sus hijos, pero
estos no quedan en posesión del bien hasta cuando los llama, y una vez llamados
comienzan a gozar del beneficio de su elección, por esto el apóstol Pablo llama
al Espíritu de los elegidos, espíritu de adopción, junto con el sello y arras
de nuestra herencia. Ya que Él sella y confirma sus corazones con el testimonio
y la certeza de esta adopción. Porque la predicación como fuente es común
incluso a los réprobos, y no serviría por si sola de prueba suficiente, pero
Dios atrae a sus elegidos a la fe, como lo dice Cristo “Ninguno puede venir a
mí, si el Padre que me envió no lo trajere” (Jn 6,44). La elección no depende de la voluntad, ni
de la fe del hombre, en este sentido nadie puede ser colaborador de Dios en la
obra de la salvación, para ratificar con su ayuda la elección divina. La fe
misma es un don de Dios.
El llamamiento no depende
solamente de la predicación de la Palabra, sino también de la iluminación del Espíritu,
Cuando Dios también se muestra con la luz de su Palabra a aquellos que no lo
merecían, es una señal de su gratuita bondad, pero esta actúa como salvación solo
para los predestinados a salvación.
Para confirmar la confianza de la
elección, debemos saber que están unidas elección y vocación, puesto que los
que Cristo a iluminado con su conocimiento, los ha unido a su iglesia, los
recibe bajo su protección y amparo, y todos los que Él recibe, el Padre se los
ha confiado y entregado para que los guarde para la vida eterna (Jn 6,37-39).
El llamamiento eficaz debe estar unido a la perseverancia.
Pablo se atreve a gloriarse
frente a la muerte y a la vida, frente a lo presente y lo por venir (Ro 8,38),
dicha gloria debe estar fundada sobre el don de la perseverancia. Puede que
alguno replique que algunos parecían estar en Cristo y al apartarse perezcan,
Cristo mismo afirma que ninguno de los el Padre le dio se perdió, excepto el
hijo de perdición (Jn 17,12), es cierto, pero aquellos nunca se han de haber allegado
a Cristo con la confianza que da la elección certificada, dice san Juan, salieron de nosotros, pero no eran de
nosotros (1 Jn 2,19)
Llamamiento
universal y llamamiento especial; el
llamamiento universal es aquel con el que Dios mediante la predicación externa
de su Palabra llama y convida a todos, incluso a aquellos que se la propone
para olor de muerte y materia de mayor condenación. Y el otro particular, del
cual no hace participes a la mayoría, sino solo a sus fieles, cuando por la
iluminación interior del Espíritu hace que la palabra predicada se arraigue en
su corazón. También a veces hace participes de una iluminación, a aquellos a
quienes solamente ilumina durante un tiempo, y después por su ingratitud los
desampara, esta sería la causa por la que Cristo menciona que ninguna de sus
ovejas perecerá excepto Judas (Jn
17,12)
Dios protege a los elegidos de
toda impiedad mientras esperan a ser llamados y les dispensa su gracia. Antes
de ser llamados los elegidos son ovejas descarriadas, el Señor les deja hasta
la ocasión y el momento oportuno, cuidando solo que no caigan en una blasfemia
irremisible.
La
resurrección Final
Dice que a través de Jesucristo
que es el Sol de justicia, venció la muerte, “sacó a la luz la vida y la
inmortalidad por el evangelio” (2Tim 1,10),
ahora somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Durante
la permanencia en este mundo, en una guerra penosa e ininterrumpida, debemos
tener presente la naturaleza de la esperanza, “esperamos lo que no vemos” (Ro
8,25). Se debe tener aquí una paciencia admirable, para que al sentirse
cansados, no se vuelva atrás, ni se abandone el lugar que se nos ha confiado. Se debe levantar la mente a la resurrección
para obtener el beneficio, ya que se es ciudadano del reino de los cielos, de
donde también esperamos al Señor Jesucristo como Salvador (Fil 3,20). Esto debe
estimular la diligencia y el afán. La resurrección es vital y comprende nuestra
adopción como el fin y el cumplimiento de nuestra salvación.
Todos los requisitos de nuestra
redención ya han sido satisfechos, el mismo Jesucristo que se ofreció una vez
por nuestros pecados, aparecerá de nuevo para salvación (Heb 9,28), esta ultima
redención debe sostenernos hasta el fin, en medio de las miserias que nos
agobien.
San Pablo instruye al respecto de
la omnipotencia de Dios, cuando dice: “El cual transformará el cuerpo de
humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el
poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Fil 3,21).
Los saduceos llamaron a la muerte
el fin de todas las cosas y la destrucción del hombre, enseñaron que no existe
resurrección alguna, e incluso que las almas son mortales (Mr. 12,18), sin
embargo toda Escritura atestigua que la salvación de los elegidos y el castigo
de los réprobos no tendrá fin (Mr 9,44).
Muerte
y resurrección de las almas;
algunos sostienen que las almas resucitarán juntamente con los cuerpos, como si
todo el hombre pereciese al morir, es un error, puesto que nuestro espíritu es
hecho a imagen de Dios, no se desvanece. Si las almas separadas del cuerpo no
conservasen su ser y no fuesen participes de la gloria celestial, Jesucristo no
le hubiera dicho al ladrón: “hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23,43).
Sobre el lugar donde moran las
almas, es vano hablar de un lugar, sabemos que las almas no tienen dimensiones
de longitud, ni anchura como los cuerpos, a esto es suficiente con saber que el
reposo de las almas es llamado “seno de Abraham”.
Las almas han de recibir los
mismos cuerpos, los que creen lo contrario están en un error, los maniqueos
sostenían esto al pensar que no es razonable que la carne, que es inmunda
resucite, es como si Dios no pudiese limpiar lo infectado y manchado por el
pecado. Pablo dice “Es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción”
(1 Cor 15,53), con esto se afirma que no será un cuerpo nuevo el que se nos
dará.
La Escritura exhorta a esperar la
resurrección de nuestra carne, resucitaremos con nuestra misma carne en cuanto
a la sustancia, pero con otra dignidad y excelencia, como si fuera totalmente
distinta.
La resurrección de los impíos
será para llevarlos contra su voluntad delante del tribunal de Cristo, a quien
rechazan como maestro, ninguna descripción bastaría para dar a entender el
horror de la venganza, los tormentos, lloro, crujir de dientes, son algunas
palabras con que podríamos imaginar en parte lo que les espera.
En cuanto a los galardones, dice
que Dios distribuye sus dones entre sus fieles y los ilumina de modo diferente
con su resplandor, de la misma manera en el cielo, donde coronará sus dones, la
medida de la gloria no será igual para todos.
Notas: Espero que sea de utilidad para entender esta doctrina del punto de vista Calvinista, esto está analizado directamente de la fuente, que es el libro de Calvino citado anteriormente. Es un trabajo de los estudios de licenciatura en teología sistemática.