Cautiverio babilónico para los hebreos
La historia del Antiguo Testamento tiene un grande
valor para los cristianos. Primero, porque toda la Escritura es inspirada por
Dios y útil para todo crecimiento en la Verdad (1 Ti.3:16). Segundo, porque
todo lo que ha sido revelado (por medio de lo escrito) Dios lo ha dirigido a
nosotros (Deut.29:29) y, tercero, porque todo lo que se ha escrito es para que
creamos en el Hijo de Dios, Jesucristo (Jn.20:30-31). El Antiguo Testamento
registra todos los acontecimientos desde la Creación de todas las cosas hasta el
retorno del cautiverio babilónico, mientras que el Nuevo Testamento narra lo
acontecido por Jesucristo y la iglesia apostólica o del siglo I. El Antiguo
Testamento narra, entre sus muchos registros, la historia del cautiverio o
exilio babilónico, evento que fue muy duro para los israelitas de ese tiempo.
Antes de explicar de qué trata es indispensable que conozcamos los antecedentes
bíblicos que llevaron a este acontecimiento.
El pecado
como la causa de la división del pueblo hebreo
Por medio de los reinados de David y su hijo
Salomón, el pueblo hebreo vio cómo Dios les bendecía en sobremanera. Los
capítulos 1 al 10 de 1 Samuel y 11 al 19 de 1 Crónicas relatan las múltiples
victorias de David, quien reinó durante 40 años. Por su parte, los capítulos 3
al 10 de 1 Reyes y el capítulo 9 de 2 Crónicas, muestran la consolidación
económica, política y religiosa del reino por medio de Salomón. No obstante, el
pecado trae consecuencias terribles, y fue esta la causa principal por la cual
todo el esplendor de estos reinos comenzó a declinar hasta llegar a la
destrucción.
Una
de las causas del fracaso de Salomón como rey fue su amor por las muchas
mujeres, que se vio reflejado en sus 700 esposas y 300 concubinas, las cuales,
relata la Biblia: “inclinaron su corazón
tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el
corazón de su padre David” (1 Re.11:4). Este desvío hacia la idolatría, que
Dios condenaba en los mandamientos de la Ley (Éx.20:4-6), fue lo que llevó a la
división del reino, como juicio de Dios contra el pecado de Salomón (1
Re.11:11-13). La división llevó a la instauración de dos reinos, el reino del
norte (Israel) y el reino del sur (Judá). Estos dos reinos estaban compuestos
por las 12 tribus de Israel, las cuales estaban repartidas de la siguiente
manera: 10 tribus al norte, que componían el reino de Israel cuya capital era
Samaria, y 2 tribus al sur, que componían el reino de Judá, cuya capital era
Jerusalén. A ambos reinos la historia que les deparaba era de una continua caída en el pecado de
la idolatría, la injusticia total y la desobediencia a Dios.
El juicio de
Dios contra el reino de Judá
Teniendo claras las causas que llevaron a la
división del reino de David en dos reinos distintos, podemos explicar cuáles
fueron las causas del exilio babilónico. El reino del sur o Judá tenía la
ventaja de contar con el templo de Jerusalén, construido por Salomón para
consagrar el Tabernáculo de reunión donde Dios había dicho que depositaría su
presencia, y principal ícono de la adoración a Dios en el Antiguo Testamento.
Este lugar fue profanado en múltiples veces por el mismo pueblo hebreo al traer
dioses paganos dentro de sus puertas. Los reyes, principales encargados de
velar porque el pueblo no se inclinara tras los falsos dioses, eran los
primeros en sumarse a la idolatría y en muchas ocasiones los precursores y
animadores a volverse hacia los dioses paganos. Salvo ciertos reyes que
contuvieron la idolatría e hicieron sobresalientes reformas para restaurar el
culto a Jehová (Asa, Ezequías, Josías), el pecado de la gran mayoría de los
reyes de Judá les llevó a que Dios juzgará a la nación.
Los profetas Isaías, Miqueas y Jeremías son algunos
de los muchos que advirtieron al reino de Judá que su infidelidad a Dios sería
castigada. Jeremías, por ejemplo, predicó sobre la inminente invasión de los
babilonios, el cual sería la forma en que Dios juzgaría al pueblo infiel. De la
boca de Jeremías salieron estas palabras de Jehová:
“El pecado de
Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está
en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, mientras sus hijos
se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los
árboles frondosos y en los collados altos, sobre las montañas y sobre el campo.
Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en
todo tu territorio. Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus
enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor,
que para siempre arderá”
(Jeremías 17:1-4)
Como los profetas lo advirtieron, la forma en que
serían juzgados sería el exilio de su tierra. Para los hebreos la tierra en que
se asentaban era sagrada, ya que era la tierra que Dios les había prometido
desde Abraham y les había establecido fuertemente por medio de Moisés y Josué.
Era su herencia, lo que Dios como Padre les había dado. Ser desterrados de su
tierra era sinónimo de ser maldecidos por parte de Dios al desatender y
quebrantar el pacto que Dios hizo con su padre Abraham. No obstante, el pecado
se había esparcido y consolidado de tal forma en el reino que gran parte del
pueblo hebreo prácticamente desconocía las leyes de Dios en el pacto con Moisés
(2 Re.22). Inesperadamente, a pesar del llamado amoroso de Dios a arrepentirse
de sus pecados y volverse a Él para no ser juzgados, agudizaron su mal camino y
encarcelaron y asesinaron a los profetas que les llamaban al arrepentimiento. Esta
indiferencia y desobediencia ante Dios les llevó a ser conquistados por parte
del imperio Babilónico de la mano del rey Nabucodonosor. La caída fue
desastrosa, el registro bíblico nos dice que:
“En el mes
quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey
de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del
rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa de rey, y todas las
casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. Y todo el
ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los
muros alrededor de Jerusalén. Y a los del pueblo que habían quedado en la
ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común,
los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia”
(2 Re.25:8-11)
El reino del sur o Judá fue destruido por
el imperio Babilónico en una postal muy cruda de destrucción total. Adicional a
las pérdidas humanas que les dejaron, les llevaron a otra tierra y fueron
puestos en cautiverio. Fueron obligados a trabajar en las viñas y la tierra (2
Re.25:12) lejos de su tierra natal. La ciudad de Jerusalén, que en su tiempo de
esplendor fue gloriosa, fue reducida a un cúmulo de piedras destruidas y
repleta de edificaciones derribadas y quemadas.
Lamentaciones es el libro bíblico, escrito en prosa
(por el profeta Jeremías, de acuerdo a la tradición), que da registros de cómo
quedaron los hebreos luego de esta invasión y posterior exilio. La postal
descrita es desoladora, la muerte de los niños y los ancianos (Lm.2:21), la
condición en que quedaron las edificaciones y el estado de pago de tributos en
que se encontraban en Babilonia (Lm.1:1) son, por lo poco, algunas de las
muestras del pesar de los hebreos por su exilio. Dios les había dado el justo
castigo por quebrantar su pacto y haberse vuelto en favor de sus pecados. La
lectura del libro de Lamentaciones nos puede dar una extensa idea de cuál era
la condición y estado de ánimo de los hebreos después de la caída de Jerusalén.
Preguntas de
Repaso
-
¿Qué utilidad tiene para los cristianos el
conocer la historia del Antiguo Testamento?
-
¿Cómo fueron los reinados de David y Salomón?
-
¿Cuál fue la causa por la cual el reino de
Israel se dividió?
-
¿Cuántos fueron los reinos resultantes de la
división? ¿por cuántas tribus estaban compuestos cada uno?
-
¿Qué tenía el reino del sur que no tenía el
reino del norte?
-
¿Cómo fue profanado el templo de Jerusalén en
tiempos de los reyes?
-
¿Qué
profetas advirtieron sobre el juicio de Dios?
-
¿Qué hizo el pueblo de Judá ante las
advertencias de los profetas?
-
¿Cómo se retrata el estado de Jerusalén en el
libro de Lamentaciones? ¿Cuál es el estado de ánimo del profeta al escribir
este libro? (Leer el Libro de Lamentaciones)
Espero sea de utilidad para sus vidas esta información, pronto profundizaré el tema.
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