lunes, 25 de enero de 2016

Acercamiento al cautiverio babilónico para los hebreos

Cautiverio babilónico para los hebreos  

La historia del Antiguo Testamento tiene un grande valor para los cristianos. Primero, porque toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para todo crecimiento en la Verdad (1 Ti.3:16). Segundo, porque todo lo que ha sido revelado (por medio de lo escrito) Dios lo ha dirigido a nosotros (Deut.29:29) y, tercero, porque todo lo que se ha escrito es para que creamos en el Hijo de Dios, Jesucristo (Jn.20:30-31). El Antiguo Testamento registra todos los acontecimientos desde la Creación de todas las cosas hasta el retorno del cautiverio babilónico, mientras que el Nuevo Testamento narra lo acontecido por Jesucristo y la iglesia apostólica o del siglo I. El Antiguo Testamento narra, entre sus muchos registros, la historia del cautiverio o exilio babilónico, evento que fue muy duro para los israelitas de ese tiempo. Antes de explicar de qué trata es indispensable que conozcamos los antecedentes bíblicos que llevaron a este acontecimiento.

El pecado como la causa de la división del pueblo hebreo

Por medio de los reinados de David y su hijo Salomón, el pueblo hebreo vio cómo Dios les bendecía en sobremanera. Los capítulos 1 al 10 de 1 Samuel y 11 al 19 de 1 Crónicas relatan las múltiples victorias de David, quien reinó durante 40 años. Por su parte, los capítulos 3 al 10 de 1 Reyes y el capítulo 9 de 2 Crónicas, muestran la consolidación económica, política y religiosa del reino por medio de Salomón. No obstante, el pecado trae consecuencias terribles, y fue esta la causa principal por la cual todo el esplendor de estos reinos comenzó a declinar hasta llegar a la destrucción.

Una de las causas del fracaso de Salomón como rey fue su amor por las muchas mujeres, que se vio reflejado en sus 700 esposas y 300 concubinas, las cuales, relata la Biblia: “inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David” (1 Re.11:4). Este desvío hacia la idolatría, que Dios condenaba en los mandamientos de la Ley (Éx.20:4-6), fue lo que llevó a la división del reino, como juicio de Dios contra el pecado de Salomón (1 Re.11:11-13). La división llevó a la instauración de dos reinos, el reino del norte (Israel) y el reino del sur (Judá). Estos dos reinos estaban compuestos por las 12 tribus de Israel, las cuales estaban repartidas de la siguiente manera: 10 tribus al norte, que componían el reino de Israel cuya capital era Samaria, y 2 tribus al sur, que componían el reino de Judá, cuya capital era Jerusalén. A ambos reinos la historia que les deparaba era de una continua caída en el pecado de la idolatría, la injusticia total y la desobediencia a Dios.

El juicio de Dios contra el reino de Judá

Teniendo claras las causas que llevaron a la división del reino de David en dos reinos distintos, podemos explicar cuáles fueron las causas del exilio babilónico. El reino del sur o Judá tenía la ventaja de contar con el templo de Jerusalén, construido por Salomón para consagrar el Tabernáculo de reunión donde Dios había dicho que depositaría su presencia, y principal ícono de la adoración a Dios en el Antiguo Testamento. Este lugar fue profanado en múltiples veces por el mismo pueblo hebreo al traer dioses paganos dentro de sus puertas. Los reyes, principales encargados de velar porque el pueblo no se inclinara tras los falsos dioses, eran los primeros en sumarse a la idolatría y en muchas ocasiones los precursores y animadores a volverse hacia los dioses paganos. Salvo ciertos reyes que contuvieron la idolatría e hicieron sobresalientes reformas para restaurar el culto a Jehová (Asa, Ezequías, Josías), el pecado de la gran mayoría de los reyes de Judá les llevó a que Dios juzgará a la nación.

Los profetas Isaías, Miqueas y Jeremías son algunos de los muchos que advirtieron al reino de Judá que su infidelidad a Dios sería castigada. Jeremías, por ejemplo, predicó sobre la inminente invasión de los babilonios, el cual sería la forma en que Dios juzgaría al pueblo infiel. De la boca de Jeremías salieron estas palabras de Jehová:

“El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos, sobre las montañas y sobre el campo. Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en todo tu territorio. Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, que para siempre arderá”
(Jeremías 17:1-4)

Como los profetas lo advirtieron, la forma en que serían juzgados sería el exilio de su tierra. Para los hebreos la tierra en que se asentaban era sagrada, ya que era la tierra que Dios les había prometido desde Abraham y les había establecido fuertemente por medio de Moisés y Josué. Era su herencia, lo que Dios como Padre les había dado. Ser desterrados de su tierra era sinónimo de ser maldecidos por parte de Dios al desatender y quebrantar el pacto que Dios hizo con su padre Abraham. No obstante, el pecado se había esparcido y consolidado de tal forma en el reino que gran parte del pueblo hebreo prácticamente desconocía las leyes de Dios en el pacto con Moisés (2 Re.22). Inesperadamente, a pesar del llamado amoroso de Dios a arrepentirse de sus pecados y volverse a Él para no ser juzgados, agudizaron su mal camino y encarcelaron y asesinaron a los profetas que les llamaban al arrepentimiento. Esta indiferencia y desobediencia ante Dios les llevó a ser conquistados por parte del imperio Babilónico de la mano del rey Nabucodonosor. La caída fue desastrosa, el registro bíblico nos dice que:

“En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová, y la casa de rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y  a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia”
(2 Re.25:8-11)


El reino del sur o Judá fue destruido por el imperio Babilónico en una postal muy cruda de destrucción total. Adicional a las pérdidas humanas que les dejaron, les llevaron a otra tierra y fueron puestos en cautiverio. Fueron obligados a trabajar en las viñas y la tierra (2 Re.25:12) lejos de su tierra natal. La ciudad de Jerusalén, que en su tiempo de esplendor fue gloriosa, fue reducida a un cúmulo de piedras destruidas y repleta de edificaciones derribadas y quemadas.

Lamentaciones es el libro bíblico, escrito en prosa (por el profeta Jeremías, de acuerdo a la tradición), que da registros de cómo quedaron los hebreos luego de esta invasión y posterior exilio. La postal descrita es desoladora, la muerte de los niños y los ancianos (Lm.2:21), la condición en que quedaron las edificaciones y el estado de pago de tributos en que se encontraban en Babilonia (Lm.1:1) son, por lo poco, algunas de las muestras del pesar de los hebreos por su exilio. Dios les había dado el justo castigo por quebrantar su pacto y haberse vuelto en favor de sus pecados. La lectura del libro de Lamentaciones nos puede dar una extensa idea de cuál era la condición y estado de ánimo de los hebreos después de la caída de Jerusalén.


Preguntas de Repaso

-          ¿Qué utilidad tiene para los cristianos el conocer la historia del Antiguo Testamento?
-          ¿Cómo fueron los reinados de David y Salomón?
-          ¿Cuál fue la causa por la cual el reino de Israel se dividió?
-          ¿Cuántos fueron los reinos resultantes de la división? ¿por cuántas tribus estaban compuestos cada uno?
-          ¿Qué tenía el reino del sur que no tenía el reino del norte?
-          ¿Cómo fue profanado el templo de Jerusalén en tiempos de los reyes?
-           ¿Qué profetas advirtieron sobre el juicio de Dios?
-          ¿Qué hizo el pueblo de Judá ante las advertencias de los profetas?
-          ¿Cómo se retrata el estado de Jerusalén en el libro de Lamentaciones? ¿Cuál es el estado de ánimo del profeta al escribir este libro? (Leer el Libro de Lamentaciones)


Espero sea de utilidad para sus vidas esta información, pronto profundizaré el tema.



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